Miedo
El miedo, esa fuerza primigenia superior a todos nuestros sentidos. Vivimos guiados por el miedo, tomamos nuestras decisiones entorno a él. No importa lo valiente que seas, ni lo fuerte que sea tu voluntad, el miedo siempre te acompañará. Él es como ese fuego que arde en tu interior que no consigues apagar, una corriente desbocada y sin control.
Puedes usarlo, aprovecharte de él
para cumplir tus propósitos, al igual que el fuego te mantiene caliente y te
hace de comer, pero no pierdas nunca el control, o te reducirá a cenizas sin
dudarlo un solo momento.
Ah, el miedo. Todo el mundo va
por ahí, viviendo su vida, fingiendo que no lo conoce y, sin embargo, todos
enfocan su vida hacia su miedo más profundo; aquella gente que con su afán de
liderazgo y su miedo a ser olvidados, aquellos que buscan desesperadamente el
amor por su miedo a morir solos, o los que temen tanto a la muerte que hacen
como si no existiera y trata de darle un significado a cada momento.
Todos tenemos miedos, incluido
yo. La diferencia entre vuestro miedo y el mío, caballeros, es que vosotros no
conocéis el mío, mientras que yo ahora mismo os estoy viendo el vuestro en los
ojos. Miedo al fracaso, a la soledad, o incluso miedo a triunfar, miedo al
infinito, o a la más absoluta nada. En estos momentos sois como niños asustados
por una pesadilla, tan aterrados que ni siquiera se atreven a abandonar la cama
para ir a dormir con papá y mamá.
Pero eso se acabó, en este
momento es cuando tenéis que tomar las riendas, domar a ese caballo enloquecido
y cabalgarlo hasta que caiga exhausto. Porque sí, el miedo tiene sus cosas
malas, pero también tiene sus cosas buenas. ¿Y sabéis cuál es la mejor cosa
acerca del miedo?
Que nos recuerda que seguimos
vivos.
Comentarios
Publicar un comentario