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Mostrando entradas de marzo, 2020

El ritual

Los últimos rayos de sol ya despuntaban por el horizonte. Las calles comenzaban a quedarse vacías conforme caía la oscuridad. Apenas quedaba un alma vagando por allí. Reiner se dirigía a aquella extraña casa que había a las afueras del pueblo. Aquella mujer tan excéntrica le había prometido que le dejaría asistir al ritual.  Se veía de lejos la casa a la que se dirigía. Más que una casa, aquello parecía una chabola a punto de venirse abajo. Las paredes, de roble, se notaban que habían pasado por tiempos mejores. Las ventanas, llenas de polvo, estaban negras, mas no se podía distinguir si el cristal era así o si algún incendio las había tintado por el humo. La segunda planta de la casa parecía haber sido construida después; no usaba ni el mismo tipo de madera ni tenía el mismo tipo de estructura arquitectónica. Ésta estaba hecha más bien de una madera que podía parecer de pino o abeto, con unos arcos árabes en las ventanas. Cualquiera que tuviera el más mínimo sentido común evitaba

Lluvia

La lluvia golpeaba mis mejillas como aquel día cuando era más joven. Al igual que entonces, estaba en mi mundo mirando algo en el cielo, sin que me importase mucho lo que tuviese alrededor. Era una sensación agradable, a decir verdad. En ese momento solo existíamos la lluvia, mis pensamientos y yo. Me pregunto si también te estarás mojando tú, al igual que aquel día. Recuerdo que cogimos un buen resfriado después de eso y que nuestros padres nos echaron la bronca. Me prohibieron salir dos semanas.  Todavía recuerdo la sensación de estar como en una jaula en mi propia casa, sin nada que hacer y preguntándome qué estarías haciendo tú. Ese agobio que me apresaba el pecho y en ocasiones me dificultaba la respiración, la sensación de estar en cautiverio en mi propia casa, los pensamientos recurrentes. Aquellas dos semanas se me hicieron eternas, pero todavía recuerdo el abrazo que nos dimos cuando nos volvimos a ver. Era todo mucho más fácil en aquella época, ¿no crees? Tan jóvenes, co

Amor y resaca

Desperté en medio de un campo, con algo de frío, la ropa mojada y un dolor de cabeza de mil demonios.  - Me pregunto que hice anoche... - dije mientras me tocaba la cabeza del dolor. A mi lado, una botella de vino. Vacía. “Con que eso hice”.    No recuerdo muy bien lo que hice, pero está claro que no me podía quedar allí.  Me levanté y comencé a andar en dirección contraria al Sol, no porque hubiese huellas en esa dirección, sino porque la luz provocaba un martilleo en mi cabeza como si de un pájaro carpintero tratando de hacerse un nido se tratase. Tengo que pensar en lo que hice anoche. Trata de concentrarte, por lo que más quieras. - ¡Helena! ¡Estaba con ella anoche! Tengo que encontrarla. Saqué mi móvil del bolsillo. Sin batería, cómo no... Ahora tendré que andar a ciegas hasta que encuentre algún sitio donde pueda orientarme o cargar el móvil. Pasó una hora y media hasta que logré dar con una gasolinera abierta. Al parecer era domingo. Miré

El capricho de las nornas

El viento jugaba a su favor, soplaba en dirección a su huida, arrastrando su olor en dirección contraria a sus perseguidores. El chamán estaba teniendo mucha suerte, se podría decir que los dioses estaban jugando a su favor. El Padre de Todos, sentado desde su alto sitial, estaba vigilando el destino de ese hombre. Cuando creyó que estaba a salvo, buscó un escondite, alguna grieta que hubiera en la montaña y se paró a descansar. Habiendo caído el Sol, con la escasa luz de una antorcha, el chamán decidió que era el mejor momento para consultar las runas y ver que le aguardaba el destino.  En el pasado se le presentó la runa Othala, pero estaba invertida. No se había apegado a las personas de su pasado, estaba solo y no tenía hogar. No dejaba nada atrás allá donde iba. El presente se mostró con la runa Tiwaz, la runa de Tyr. Era el momento de la acción, no debía quedarse quieto. No debía huir para siempre, en algún momento debía aguantar de manera estoica y planta

La isla

        ⁃ Entonces, ¿Hace mucho que estás muerto? ⁃ Pues no lo sé, no tengo muchos recuerdos. Lo último que sé es haberme despertado en esta extraña isla. Si no fuera por la ausencia de Sol y por que me lo dijiste, pensaría que he naufragado de alguna manera. ⁃ Entonces, ¿no sabes qué te pasó? ⁃ Como ya te he dicho, no recuerdo nada. A decir verdad sigo sin creer que esté muerto. Todo esto parece un sueño muy extraño. Ni siquiera recuerdo mi nombre. ⁃ Pues la llevas clara. Si quieres salir de aquí, necesitas al menos tu nombre. De lo contrario, te quedarás aquí atrapado, como me pasó a mí. ⁃ ¿Y no hay nadie más por aquí? ⁃ No que yo sepa, y eso que llevo bastante tiempo aquí. Un silencio incomodo se hizo en el ambiente. Tenía que salir de allí, tenía que recordar que le había pasado. No sabía ni donde estaba, pero no podía quedarse allí. ⁃ ¿Y dónde dices que estamos? ⁃ Pues si te soy sincero, no lo sé. Yo me refiero a esto como el limbo, ese lugar que no está

Venganza

Tras una sangrienta batalla, aquel hombre había caído de rodillas debido al cansancio y a las heridas que le habían ocasionado. Estaba en su límite, no podía más. Aquel extraño grupo de cinco personas, tan parecidas entre sí como se parecen un lobo y una serpiente, se acercaba amenazante hacia él. No conseguía saber por qué, pero aquel tiefling, tan rojo como el mismísimo fuego del infierno, le resultaba muy familiar. ⁃ Al fin te tengo delante de mí. - dijo aquel tiefling, notablemente enfadado. - No sabes quién soy, pero yo sí te conozco a ti. “Me suena de algo. Vamos, piensa.” Se decía a si mismo una y otra vez, mientras el tiefling se le acercaba cada vez más. ⁃ Mi nombre es Mordai, Mordai Salzer. ⁃ ¡Salzer! - exclamó, a punto de desfallecer. ⁃ Vaya, veo que al menos te acuerdas del apellido del hombre al que mataste. Era mi padre. El hombre comenzó a reír a carcajadas, mientras se atragantaba con su propia sangre. ⁃ Claro que me acuerdo de tu padre. Fue un h