El ritual

Los últimos rayos de sol ya despuntaban por el horizonte. Las calles comenzaban a quedarse vacías conforme caía la oscuridad. Apenas quedaba un alma vagando por allí. Reiner se dirigía a aquella extraña casa que había a las afueras del pueblo. Aquella mujer tan excéntrica le había prometido que le dejaría asistir al ritual. 

Se veía de lejos la casa a la que se dirigía. Más que una casa, aquello parecía una chabola a punto de venirse abajo. Las paredes, de roble, se notaban que habían pasado por tiempos mejores. Las ventanas, llenas de polvo, estaban negras, mas no se podía distinguir si el cristal era así o si algún incendio las había tintado por el humo. La segunda planta de la casa parecía haber sido construida después; no usaba ni el mismo tipo de madera ni tenía el mismo tipo de estructura arquitectónica. Ésta estaba hecha más bien de una madera que podía parecer de pino o abeto, con unos arcos árabes en las ventanas. Cualquiera que tuviera el más mínimo sentido común evitaba esa casa, y más de noche. 

Por suerte, Reiner no prestaba mucha atención al sentido común. Él era un joven valiente y atrevido, conocido en el pueblo por tontear con la magia, a pesar de no dominarla en absoluto. No entendía muy bien el mecanismo que seguía la magia, pero sabía que había siete tipos de ellas. Una vez quemó parte de su granero tratando de aprender a usar magia de fuego.

Cuando cayó el Sol, Reiner ya había llegado a aquella casa. Alargó el brazo para llamar al timbre, pero la puerta se abrió y una mano tiró de él hacia dentro. 

- Llegas tarde. - dijo la mujer.
- Lo sé, perdona. - dijo algo acelerado.
El ritual será en el sótano. ¿Quieres un té o algo? - contestó tratando de calmarlo.
- Sí, por favor. Té negro, si tienes.

La mujer se fue a preparar el té para ellos. Ahora que estaba dentro de la casa, todo parecía distinto. No parecía ruinosa en absoluto. En lugar de eso, parecía una casa bastante robusta y decorada con motivos barrocos. Se quedó impresionado por la decoración elegida, aunque no se atrevió a avanzar más allá del pasillo donde lo había recibido. 

- Aquí tienes. - le dijo la mujer, sacándolo del trance en el que él mismo se había metido observando la casa. - vamos bajando. 

Al bajar al sótano vio que no estaban solos. Allí se encontraban también otras personas muchísimo menos extravagantes que la anfitriona. Todos ellos eran personas de a pie. Estaba allí hasta el párroco de la catedral de la calle mayor. No era raro que los señores de la orden eclesiástica usaran la magia, y muchos la usaban para ayudar a los más necesitados.

- Bien, para quien no me conozca, me llamo Kaira. Hoy vamos a realizar una poción con magia de oscuridad, en la que tanto yo como los aquí presentes nos especializamos. - dijo mirando a Reiner. - El objetivo de hoy es crear una poción para ayudar a la gente del pueblo a conciliar el sueño, así como calmar los nervios si se usa en menor medida.
- N-no lo entiendo, - la increpó Reiner- ¿toda esta gente hace falta para algo tan sencillo como una poción? ¿Qué clase de ritual vais a hacer?
- No, don curioso. Toda esta gente está aquí para llevarse algo y poder venderlo. El ritual lo haré yo sola cuando se hayan ido todos.

Reiner no se atrevió a volver a hablar. En su lugar se limitó a observar todos los pequeños detalles de la habitación: las velas negras, el cuenco con un polvo negro molido, las pinturas de las paredes, o aquella mesa llena de papeles que había al fondo. Lo que más parecía sorprenderle era lo increíblemente cuidado que estaba todo, pese a lo ruinosa que estaba la casa vista desde fuera. No podía ver ni una superficie que no estuviera impecablemente limpia, incluso la mesa llena de papeles estaba ordenada y clasificada, todo parecía estar en su sitio; un sitio cuidadosamente pensado y organizado para que todo estuviera al alcance sin que diese la sensación de agobio por falta de espacio o desorden.

La poción era bastante sencilla de hacer, algo rutinario en lo que Kaira no parecía prestar mucha atención. El resto de asistentes tampoco parecían muy entusiasmados en el proceso, era algo que ya habían visto muchas veces. Reiner, sin embargo, estaba ensimismado. No paraba de tomar notas de todo lo que veía que hacían: echar el polvo bien molido, mezclar con un poco de jugo de unas plantas que estaban guardadas en un pequeño cofre que había en una de las estanterías, añadir agua caliente...

En poco tiempo la poción estaba hecha y todos los participantes se fueron a sus casas con una gran botella de cristal llena hasta arriba. Todos menos Reiner, que había permanecido callado en una silla durante todo este proceso. Cuando todos hubieron abandonado la sala, fue entonces cuando se atrevió a volver a abrir la boca para preguntar de nuevo.

- ¿Entonces, en qué consiste el ritual? 
Pues que voy a cambiar la decoración de mi casa. - dijo Kaira, indiferente.
- ¿Cómo? 
- Lo que oyes, ya me he cansado de esta y quiero cambiar algunas cosas.
- No me malinterpretes, - dijo Reiner - pero para mover muebles me hubiera quedado en mi casa.
- Nadie va a mover muebles, niño. Ahora haz el favor de sentarte encima de esta mesa - dijo mientras apartaba unos papeles - y no toques nada más.

Reiner le obedeció sin rechistar. Observó como Kaira dibujaba en el suelo un círculo con un heptágono grabado. Dentro del heptágono, recorriendo su perímetro, dibujo unos símbolos rúnicos, y se colocó en el centro del mismo. Colocó las manos en juntas delante de su pecho y comenzó a recitar unas palabras extrañas que Reiner ya no pudo copiar. Siguió recitando estas palabras, mientras que con sus palmas iba recorriendo sus propios brazos, que parecían iluminarse en una luz violeta conforme pasaban. El suelo comenzó a temblar, las paredes empezaron a moverse y los muebles empezaron a crujir, lo que hizo que Reiner, de la propia impresión, recogiese los pies y los pusiese como pudo sobre la mesa.


A los pocos segundos todo volvió a la calma. Cuando Reiner levantó la vista de nuevo, parecía estar en un sitio completamente distinto. Incluso las paredes se habían movido de su sitio y el sótano ya no contaba con las mismas dimensiones. Con un gesto, Kaira le hizo saber que ya podía moverse y bajarse de la mesa. 

Dando vueltas sobre sí mismo empezó a mirar a todas partes. Ahora los motivos de las paredes que antes representaban ocasos, atardeceres y eclipses ahora representaban un cielo estrellado, una Luna llena, galaxias y nebulosas que se movían por las paredes. Parecía como si el mismísimo universo estuviera contenido en aquella pequeña habitación.

- ¿Te gusta más esta decoración? - dijo Kaira, sonriendo por primera vez desde que Reiner había entrado por la puerta.
- ¿Qué? - contestó, aún asimilando lo que había visto - Ah, sí. Es precioso. Me da la sensación de estar en un campo de hierba mirando el cielo. 
- Bueno, no solo he cambiado la decoración aquí. He aprovechado para cambiar la de toda la casa. Por fuera no he tocado nada, sigue teniendo el mismo aspecto.
- No lo entiendo. Si puedes hacer esto, ¿por qué no cambias la decoración de fuera? ¿Por qué sigues dejando que parezca una casa en ruinas?
- Me gusta así. No me gusta la gente, por eso hice mi casa aquí, a las afueras. Dándole este aspecto, evito que la gente se pase a pedirme tonterías. Y venga, es hora de que te vayas.
- ¡Enséñame a hacer magia! - dijo Reiner muy emocionado.
- Ni hablar. Y ahora vete.
- Por favor, quiero aprender. No seré mucha molestia. - contestó mientras ella lo iba empujando escalera arriba.
- He dicho que no. Y ahora vete. - replicó cerrándole la puerta en las narices.

Reiner se sentía desanimado, pero no iba a dejar que eso le parase los pies. Se fue a casa pensando en todo lo que había visto. Al cerrar los ojos aún podía ver los motivos de las paredes, o la manera en la que los brazos de Kaira se iluminaron al hacer el conjuro. 

- Lo he decidido. Voy a ser mago. - dijo metiéndose ya en la cama. - mañana será otro día.

Muy buenas, ¿qué os ha parecido este relato? Es el primero que hago tan largo (aproximadamente 1400 palabras) y la verdad que he disfrutado mucho escribiéndolo. Es parte de un proyecto más grande que tengo en mente ahora mismo del que no voy a dar muchos detalles. Solo decir que esto que tenéis aquí sería parte del prólogo del mismo.

Espero que hayáis disfrutado leyendo esto, y muchas gracias por hacerlo. Nos vemos la próxima vez con otro relato. ¡Hasta pronto!

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