Lluvia

La lluvia golpeaba mis mejillas como aquel día cuando era más joven. Al igual que entonces, estaba en mi mundo mirando algo en el cielo, sin que me importase mucho lo que tuviese alrededor. Era una sensación agradable, a decir verdad. En ese momento solo existíamos la lluvia, mis pensamientos y yo. Me pregunto si también te estarás mojando tú, al igual que aquel día. Recuerdo que cogimos un buen resfriado después de eso y que nuestros padres nos echaron la bronca. Me prohibieron salir dos semanas. 

Todavía recuerdo la sensación de estar como en una jaula en mi propia casa, sin nada que hacer y preguntándome qué estarías haciendo tú. Ese agobio que me apresaba el pecho y en ocasiones me dificultaba la respiración, la sensación de estar en cautiverio en mi propia casa, los pensamientos recurrentes. Aquellas dos semanas se me hicieron eternas, pero todavía recuerdo el abrazo que nos dimos cuando nos volvimos a ver. Era todo mucho más fácil en aquella época, ¿no crees? Tan jóvenes, con tanta vida, tan inocentes...

Aún cuando recuerdo aquellos tiempos una solitaria lágrima recorre mi mejilla. Hoy, esa lágrima se ha confundido con la lluvia. No estoy triste, simplemente tengo mucha nostalgia. Me alegra haber vivido esos tiempos contigo, pero me da pena que perdiésemos el contacto a causa de que trasladasen a tu padre. Recuerdo los mensajes que nos mandábamos al principio, decían que siempre estaríamos ahí, para lo que hiciera falta, pasase lo que pasase. Sin embargo, ahora estoy aquí, llorando bajo la lluvia, y tú estarás vete a saber dónde, haciendo cualquier cosa, seguramente sin acordarte de mí.

A veces quisiera volver atrás para verte una vez más, para arreglar todos los errores que cometí y para decirte aquellas cosas que nunca te dije. Lo siento, por no ser lo suficientemente valiente en aquella época y por seguir siendo tan cobarde a día de hoy. Aún sigo teniendo tu número, y aún llevo puesta esa pulsera que me diste “para que no me olvidase de ti”. ¿Cómo iba a hacerlo? ¿Llevaras tú el anillo que te regalé?

Mis amigos me dicen que debería quitarme la pulsera, que no vale la pena y que está ya muy gastada. Yo les digo que es un recuerdo de cuando era joven y que me la regaló alguien muy importante para mí. “Entonces deberías llamarle. Ya sabes, si tan importante era, ¿por qué no retomáis el contacto?” Yo también me lo pregunto. Quizás ahora que somos personas adultas podríamos volver a vernos. Podríamos ponernos al día de todo lo que ha pasado en estos diez años. Supongo que soy una persona muy ilusa, y por como sigo aquí, mojándome con la lluvia esperando que tú tires de mi manga, también bastante idiota. Supongo que algunas personas no tenemos remedio.

¿Sabes? Al principio, cuando nos conocimos, me caías mal. Nunca te lo quise decir porque pensaba que arruinaría nuestra amistad, qué tontería, ¿no crees? Ahora pienso que la hubiera reforzado. Sin duda tu eras quien tenía menos vergüenza en esa extraña amistad que teníamos. Incluso recuerdo una vez que le dijiste a mi madre que estábamos saliendo como una broma y te estuviste riendo todo el día. Echo de menos tu locura, creo que era lo que mantenía unida nuestra amistad. Tú eras siempre tan extravagante y valiente, mientras que yo solo tenía mi timidez. 

Ay Dios. ¿Recuerdas cuando me dio por ser emo? Toda la ropa negra que le pedí a mis padres, los colgantes y el piercing que nunca me dejaron hacerme. Ahora agradezco que me parasen los pies a tiempo. Tú sin embargo no hacías más que animarme y motivarme a hacerlo. De no ser por ti, hay muchas facetas de mí que ni yo conocería. Tampoco habría aprendido a amar de la manera que te amé a ti. Tengo que agradecerte tantas cosas que si empiezo, no paro en días. 

Pero me temo que me voy a tener que ir ya. Llevo demasiado rato aquí de pie, en la pista de basket donde tan buenos ratos echamos, y la ropa se me está calando. Seguro que después de esta tontería voy a pillar un buen catarro. Lo cierto es que tampoco es que tuviera mucho que decirte, tan solo quería poner en orden mis pensamientos respecto a todo lo que siento por ti. Quería que supieras que no te olvidaré, pase el tiempo que pase. Pero claro, sigo siendo idiota, y sigo hablando para mí, sabiendo que nadie me va a escuchar jamás.

Bueno, esta vez me puse música triste y esto ha sido el resultado. Espero que hayáis disfrutado el relato tanto como he disfrutado yo escribiéndolo, la verdad es que le he puesto muchas ganas y mucho cariño, aunque sea cortito.

¿Os habéis dado cuenta de que ambos protagonistas tienen el género sin especificar? He decidido hacerlo todo neutro para que cada persona, al leerlo, pueda imaginárselos como quiera. He de admitir que en un principio me gustó la idea, pero que conforme escribía más, me era cada vez más difícil mantener la neutralidad. Eso es todo, si os gusta no dudéis en compartirlo y dejar un comentario. ¡Muchas gracias, y hasta el próximo relato!

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Pesadilla

Miedo

La isla