El capricho de las nornas

El viento jugaba a su favor, soplaba en dirección a su huida, arrastrando su olor en dirección contraria a sus perseguidores. El chamán estaba teniendo mucha suerte, se podría decir que los dioses estaban jugando a su favor. El Padre de Todos, sentado desde su alto sitial, estaba vigilando el destino de ese hombre.

Cuando creyó que estaba a salvo, buscó un escondite, alguna grieta que hubiera en la montaña y se paró a descansar. Habiendo caído el Sol, con la escasa luz de una antorcha, el chamán decidió que era el mejor momento para consultar las runas y ver que le aguardaba el destino. 

En el pasado se le presentó la runa Othala, pero estaba invertida. No se había apegado a las personas de su pasado, estaba solo y no tenía hogar. No dejaba nada atrás allá donde iba.

El presente se mostró con la runa Tiwaz, la runa de Tyr. Era el momento de la acción, no debía quedarse quieto. No debía huir para siempre, en algún momento debía aguantar de manera estoica y plantar cara a sus enemigos. 

El futuro no quería mostrarse. Al voltear la runa, apareció la runa en blanco, o la runa de Odín. Puede que el Padre de Todos estuviera escrutando el porvenir del chamán, mas todo el mundo debe ser sabio a medias; ni sabio en exceso, pues conocer demasiado causa pesar, ni sabio en falta, pues el desconocimiento causa decisiones imprudentes.

A la hora de divisar la situación actual salió la runa Raidho que significaba que ese viaje que estaba realizando, no libre de accidentes, implicaría que tendría que abandonar la zona para irse a vivir lejos de allí, implicando muchos cambios en su estilo de vida.

Lo que podía hacer él frente a esa situación se mostraba con la runa Wunjo, en estado invertido. Las obvias influencias negativas le estaban retrasando, provocando que no pudiera centrarse en su objetivo. Debía analizar con calma la situación, pues el más mínimo error en el procedimiento podía acarrear grandes consecuencias.

El consejo de las Nornas era que aprovechara para salir de la situación con nobleza. Si jugaba bien sus cartas podría salir airoso de la situación, solo necesitaba un pequeño impulso, incluso si no contaba con la fuerza para avanzar en lo que se propusiera, el destino podría sonreírle, pero estaba solo en todo esto. Todo esto lo manifestaba la runa Nauthiz.

Con el destino en la palma de sus manos, el chamán decidió que era el momento de descansar y dormir un poco. Los hombres que pretendía darle caza estaban aún a horas de distancia, y al estar cobijado en una cueva que no tenía otra salida, sabía que el viento no podría delatar su posición. Aún así, sabía que no debía dormir demasiado, pues si se confiaba podría acabar en una pica, adornando algún fortín estrafalario. 

Con las primeras luces del alba, el chamán tapó su rastro todo lo que pudo y decidió volver a ponerse en marcha. Con las fuerzas renovadas, y conocedor del consejo de los dioses, se sentía invencible. Pero no todo saldría tan bien como pensaba. Oyó a lo lejos los ladridos de los perros y el ruido de gente corriendo en su dirección. “Maldición” se dijo, pues ahora sus enemigos no estaban tan lejos como él pensaba, pues habían aprovechado la noche para recortarle distancia. 

Empezó a correr como si le fuera la vida en ello, pues puede que así fuese. Sabía que había una pequeña ciudad no muy lejos en la que podría pasar desapercibido y preguntar por cobijo, mas para eso debía llegar de una pieza. 

Sus perseguidores estaban cada vez más cerca. Sabía que tarde o temprano terminarían por alcanzarle, pues eran más rápidos y más numerosos, y que en algún momento debía luchar.

Se escondió como pudo en unos árboles, y cuando sus perseguidores le estaban alcanzando, aprovechó para dispararle una flecha a uno de ellos. La flecha cruzó el aire silbando y le atravesó el cuello a uno de ellos. Sabidos de su presencia, el chamán se bajó del árbol y se dispuso a pelear con su espada. Abatió un par de enemigos más antes de que la valkiria Thrud le señalase con su hoja. De un hachazo, el rival consiguió bajarle las defensas y atravesarle las costillas. El brujo cayó al suelo de rodillas, más sabía que había muerto con honor. La próxima vez que despertó no estaba en el bosque, sino en el salón más bello y majestuoso que había visto jamás.

Delante de él, el Padre de Todos.

- Bienvenido, gran guerrero, al Valhalla.


Este relato es un tanto especial. Me he documentado para intentar ser lo más fiel posible a la historia y a la mitología nórdica. En primer lugar, chamán no es la palabra exacta para describir al protagonista de esta historia, sino que sería seiðr, que significa “el que lleva el cayado” o “el que ve”. 

En segundo lugar, he tenido que mirarme las runas nórdicas una por una y buscar las que significaban lo que yo quería reflejar en la historia. Desde hace un tiempo me ha venido interesando la mitología nórdica, y he querido hacerle un tributo con este relato.

Quiero agradecer también a Raúl, que me ha aconsejado y ayudado a la hora de escribir este relato. Aconsejo muchísimo visitar su blog, ya que él os explicará mucho mejor todo esto: https://cenizasdelragnarok.blogspot.com
Muchas gracias por leerlo, si te ha gustado no dudes en compartirlo y dejar un comentario. 
¡Hasta el próximo relato!

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